martes, 9 de abril de 2013

¡Porque yo lo valgo!

Como os conté en el anterior post, el pasado fin de semana me hice una escapadita a Madrid. Aunque la mayoría de los madrileños echan pestes de lo caro que es todo, de lo enormes que son las distancias y que nunca tienen tiempo de nada, a mí me encanta ir allí y viajo todo lo que puedo. Además, tengo varios familiares que siempre me hacen hueco en sus casas y molan un montón :)

Esta vez fui en avión y, por una cosa u otra, nunca había tenido que ir yo sola en metro hasta el centro ya que siempre alguien podía ir a buscarme y ahorrarme el tedioso camino Barajas-Aluche, que es donde yo iba. Sin embargo, esta vez, me tocó hacer el periplo en transporte público; cosa que no me importó porque era de día y no tenía ninguna prisa. 

Bien, a mis casi 27 años, me considero una persona con cierto bagaje. He vivido un año sola fuera de casa, he ido tres veces al desierto y la primera vez que abandoné el nido familiar para pasar una considerable cantidad de tiempo fuera, crucé el Atlántico para vivir tres meses en Boston. Además, adoro viajar y no me asusta conocer nuevos lugares (a menos que tenga que ser yo quien conduce, pero eso es otro tema que daría para otro post). Con esto no me quiero hacer la interesante ni mucho menos, solo quiero poner a mis lectores en antecedentes. El caso es que, aunque algo largo, mi trayecto, repitamos, Barajas-Aluche, no era complicado en exceso. Había que hacer dos trasbordos que yo había mirado en internet antes de salir de casa, consultado con mis familiares y además ¡Qué coño! Soy una mujer del siglo XXI y no puede ser tan difícil cruzar Madrid, ¿no? 

Pues lo fue. Me confundí (o más bien, me confundieron) en uno de los trasbordos y tardé media hora más de lo que en un principio había calculado. Arreglé rápido el error y en ningún momento estuve perdida ni me invadió esa sensación de desamparo que te entra cuando no sabes donde estás, pero mientras hacía esos kilómetros de más, me sentí muy pequeñita y así lo reflejé en un tweet al que intenté dotar de sentido del humor (cosa que no siempre es fácil en 140 caracteres): "No importa cuan estudiado seas. Cuando vienes a Madrid y viajas en metro, te invade una sensación de paleta. Y esto es así #PacoMtnzSoriaFacts". Los madrileños me dirán que soy una exagerada, y seguramente sea verdad, pero hay que ponerse en la piel del que viene de fuera, y yo vengo de un aeropuerto con siete u ocho terminales, en el que es más difícil perderse que encontrarse, y de una ciudad con 20 líneas de autobús, si llega.

Sentadita en el metro, me dio por pensar en la cantidad de situaciones y personas que nos hacen sentir inferiores. El ejemplo que yo he puesto no es importante ya que fue fácil de arreglar, pero si es cierto que muchas veces algo o alguien hace que nos olvidemos de todo lo que somos capaces de lograr si nos lo proponemos. Que nada ni nadie os haga de menos.


2 comentarios:

  1. no t preocupes...a mi m invadió la misma sensación la primera vez q estuve en el aeropuerto d Madrid y tuve q cambiar d terminal...me senti muy Paco Martinez Soria...con gallinas incluuidas..xo es algo q se agradece vivir..y saber q hay algo mas q un bonito pueblo en el q hay mas bares q personas (en el cual una coca cola y un croassant no valen 6 pavos...eso tmb t hace saber q gracias a Dios existen lugares como en el q nosotras vivimos...jajaja) un beso amigui!

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  2. El Metro de Madrid es, probablemente, uno de los mejores del mundo. Pero eso no es obstáculo para que sea una ratonera en la que extraviarsea es el pan nuestro de cada día. Que no te engañen: los habituales somos conscientes de que no nos perdemos porque hacemos el mismo recorrido todos loa días. Cada vez que tenemos que ir a otro destino, el plano del Metro se abre ante nosotros como una red que puede ahogarte en segundos con su aluvión de colores, recorridos y, sobre todo, de ahí la grandeza del suburbano madrileño, posibilidades.

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